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Tema 3.- MOTIVACIÓN PARA LA BÚSQUEDA DE EMPLEO

1. MOTIVACIÓN PARA LA BÚSQUEDA DE EMPLEO

1.1. EL AUTOCONOCIMIENTO

El temor a la censura no sólo inhibe la asunción de riesgos, sino que también impide el reconocimiento y la detección de ineficiencias en nuestros procesos, por lo mismo es importante poder realizar un trabajo interno de autoconocimiento.

1.                  Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.

·                     Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.

·                     Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.

·                     Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.

2. Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:

·                     Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.

·                     Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.

·                     Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten.

·                     Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a las personas y al grupo en su conjunto.

·                     Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.

·                     Constructor de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales dentro del grupo.

·                     Colaboración y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas compartidas.

·                     Capacidades de equipo: ser capaz de crear sinergias para la persecución de metas colectivas.


Algunas pautas para mejorar la inteligencia emocional y el autoconocimiento serían:

1.                  Detecta la emoción que hay detrás de tus actos: Casi todos vivimos desconectados de nuestras emociones. Las experiencias negativas que sufrimos durante nuestra vida nos enseñan a aislarnos de las emociones para protegernos.

No puedes eliminar tus emociones, pero debes ser capaz de conectar con ellas y entender como influyen sobre ti. Cuando algo te haga actuar o sentirte de una determinada forma, para un segundo, reflexiona sobre la emoción que hay detrás, y encuentra su origen.

Al principio quizás no sepas por qué actúas así o te sientes como lo haces: no desesperes. No estás entrenado/a para hacerlo. Pero a medida que vayas centrándote en tus sentimientos empezarás a encontrar las respuestas.

o        Por ejemplo, digamos que estás en el trabajo y alguna persona que te interrumpe durante una reunión. ¿Qué emociones surgen en ti cuando eso sucede?, cómo te sientes cuando te felicitan por haber realizado un buen trabajo? Acostumbrase a nombrar las emociones como tristeza, vergüenza, alegría, satisfacción y se empezará a elevar tu inteligencia emocional de inmediato.

o   Tienes que acostumbrarte a conectarte con tus emociones en determinados momentos todos los días. ¿Cuáles son las dos primeras emociones al despertar? ¿Cuáles son las últimas antes de dormir?

2.                   Amplía tu vocabulario (emocional): Solo hay cuatro emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: alegría, tristeza, enfado y miedo (aunque algunos autores añaden sorpresa y angustia).

Cuando intentes reconocer tus emociones quédate solo/sola con ellas. No basta con decir "Vale, identifiqué mi emoción y es la tristeza", no. Debes ser lo más específico/a posible. Los nombres que pongas a tus emociones te ayudarán a entender cómo te sientes y por qué. No digas "estoy triste" si las palabras que mejor describirían el tiempo emocional serían decepcionado/a, compungido/a, melancólico/a o herido/a. Sé concreto/a.

Tener un vocabulario rico con el que describir exactamente tus sentimientos es muy importante. No dominar el lenguaje limita el conocimiento de lo que estás experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te pasa.

3.                   No te dejes engañar por las apariencias emocionales: Muchas veces las emociones primarias desencadenan otras emociones, y eso nos lleva al error de creer que lo que realmente estamos sintiendo es la emoción secundaria. Por ejemplo:

Imagina que te sientes traicionado/a porque descubres por una tercera persona, que alguien que considerabas uno de tus mejores amigos/as no te invitó a su fiesta de aniversario.

Aparentemente la emoción sería la traición, cuyo componente básico es el enfado. ¿Pero lo es realmente?  Si profundizases en lo que te provocó el enfado, probablemente descubrirías que la emoción original causante del enfado es la tristeza.

Estás enfadado/a con tu amigo/a porque te causó mucha tristeza comprobar que tu amistad no tiene para él/ella el valor que tu esperabas.

4.                  Presta atención a tu cuerpo: En lugar de ignorar las manifestaciones físicas de tus emociones, comienza a escucharlas. Nuestras mentes y cuerpos no son entes separados, más bien se afectan entre sí a nivel muy profundo.

Podrás elevar tu inteligencia emocional aprendiendo a interpretar las señales de tu cuerpo que te indican que clase de emociones sientes. Por ejemplo:

o        La tensión podría sentirse como un nudo en el estómago, una presión en el pecho o una respiración acelerada.

o        La tristeza podría manifestarse cuando las extremidades se sienten pesadas y lentas al despertarse.

o        La alegría o el placer podrían sentirse como mariposas en el estómago, un pulso más acelerado            o  una mayor energía.

5.                  Descubre el mensaje oculta de tu lenguaje corporal: Si te cuesta identificar tus emociones, puedes prestar atención a tu lenguaje corporal, seguramente te esté dando muchas pistas de lo que está ocurriendo en tu interior.

Por ejemplo, hay gente que al comienzo de un enfado se cruza de brazos porque empieza a sentirse agredido. Si relacionas este tipo de cambios en el lenguaje corporal con tus emociones serás capaz de detectarlas mucho antes.

6.                 No juzgues la manera en que te sientes: Las emociones tienen una única función: te dan información sobre lo que está ocurriendo. Si pudieras reprimirlas estarías a ciegas y no sabrías cómo reaccionar.

Las emociones negativas te previenen, así que no luches contra ellas. Debes entenderlas y obtener toda la información posible para enfrentar al reto de lo que te están alertando.

  • El miedo te avisa de que no tienes recursos para abordar lo que está sucediendo. Refleja una desproporción entre la situación y los recursos con los que cuentas.
  • El enfado lo sientes cuando vulneran tus derechos o necesidades. Empújate hacia el ataque o la defensa para hacerte respetar.
  • A tristeza te indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa ausencia.
  • Sientes alegría cuando te resulta agradable. Te motiva experimentarla de nuevo con conductas que la generan.

 

 

 

 


7.                  Observa la manera en que tus emociones y tus comportamientos están conectados: ¿Cuándo son emociones fuertes, como reaccionas? Comprende tus reacciones internas ante las situaciones que enfrentas cada día en lugar de reaccionar sin reflexionar. Cuanto más comprendas aquello que incita los impulsos de tu comportamiento, tendrás una inteligencia emocional más alta y podrás aprovechar lo que sabes para cambiar tu comportamiento en el futuro. Observa unos cuantos ejemplos de comportamiento y lo que hay detrás de ellos:

o        La vergüenza o la inseguridad podría provocar que quieras retirarte de una conversación y desconectarte.

o        La ira podría provocar que levantes el tono de voz o te vayas dando pisadas muy fuertes.

o        Sentirse angustiado podría hacerte entrar en pánico, que pierdas el hilo de lo que hacías o te pongas a llorar.

8.                  Observa la presencia de patrones en tu historial emocional: Es otra manera de aprender lo más que puedas sobre tus propios sentimientos y sobre la manera en que están conectados con tus experiencias. Cuando sientas una emoción fuerte, pregúntate cuando fue la última vez que la sentiste. ¿Qué pasó antes, durante y después? Si observas patrones, podrás ejercer un mayor control sobre tu comportamiento.

Observa la manera en que habías lidiado con el problema antes y cómo te gustaría manejarlo la próxima vez. Lleva un diario de tus reacciones emocionales o de cómo te sientes todos los días para que puedas ver claramente la manera en que sueles reaccionar.

9.                  Controla lo que piensas para controlar como te comportas: Muchas personas se escuchan diciendo que en los momentos emocionales pierden el control y no son dueños de sus actos. Pero solo tienen razón en parte.

Los sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción. No puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos respecto de ello.

La próxima vez que sientas una emoción, presta atención porque significa que en breve te va a invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo deseas comportarte. Y si toda falla, existen algunas otras técnicas de emergencia que pueden ayudar:

o        Si estás muy nervioso o ansioso, refréscate la cara con agua muy fría e intenta que te llegue el aire. Se ha demostrado que el frío puede reducir la ansiedad.

o        Evita las bebidas con cafeína. Los estudios evidencian que incrementan el tiempo de nerviosismo y niveles de ansiedad.

o        ¡Ejercicio! Se ha demostrado que reduce la ansiedad y mejora la confianza en ti mismo.

o        Duerme lo necesario. Cuando duermes generas endorfinas y reduces los niveles de cortisol, la hormona de la tensión. Por eso cuando no duermes bien estás más irritable.

10.                  Busca el porqué de los demás: El error que comete casi todo el mundo cuando observa una reacción en alguien es juzgar únicamente la reacción, cuando detrás de ella hay muchísimo más oculto a sus ojos.

Acostúmbrate a pensar qué sentimientos puede haber detrás de esa reacción. ¿Qué emociones y pensamientos puede estar a experimentando esa persona? ¿Si te está insultando, es posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea alterándote?

Buscando el porqué de las reacciones conseguirás entender a las personas, de este modo cuando cojas el hábito de hacerlo te costará enfadarte con la gente, porque comprenderás entonces que casi todo el mundo tiene motivos para hacer lo que hace.

11.                  Lleva un diario emocional: Otra forma muy práctica y eficaz para mejorar tu inteligencia emocional es la de apuntar en un cuaderno tus sentimientos diarios.

Los escáneres cerebrales demuestran que escribir las emociones en un cuaderno reduce la actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional.

12.                  Expresa tus emociones de forma asertiva: Ahora que ya sabes identificar y poner nombre tus emociones, el siguiente paso sería aprender a expresarlas sin efectos adversos mediante la asertividad.

La fórmula general es "Siento X (emoción) cuando haces Y (conducta) en la situación Z", teniendo en cuenta lo siguiente:

·                     Define concretamente la emoción X (oprimido/a, asustado/a, eufórico/a..

·                     Expresa tu emoción en primera persona

·                     Comunica la conducta Y que llega provocar esa emoción, no las intenciones (no juzgues)

·                     Termina expresando lo que necesitas

·                     Evita usar frases que empiecen por "Tu" y continúen con un juicio o acusación

Un ejemplo sería: "Me siento poco valorado/a porque llevo 5 años sin aumento de sueldo en esta empresa a pesar de toda mi dedicación".

13.            ¡Conviértelo todo en conductas prácticas!: No tienes que aprenderlo todo a la vez. Céntrate en una única cosa y que se convierte en algo práctico para saber exactamente qué hacer y cuando.

Imagina por ejemplo que sientes que no le dedicas toda tu atención a la gente. Constantemente estás divagando y soñando despierto/a, y tienes un montón de distracciones en tu móvil. Y eso, en el fondo, te preocupa.

Una conducta emocionalmente inteligente sería convertir tu intento de prestar más atención en algo práctico. Por ejemplo, apagando el móvil y dejando de lado tus preocupaciones cada vez que te relacionas con alguien.

Ahora en lugar de hablar de un deseo (prestar más atención) estamos hablando de una conducta concreta a cambiar.

o        Repitiendo la nueva conducta, tu plasticidad neuronal modificará sus conexiones para crear la vía neuronal del nuevo hábito hasta que se convierta en algo automático.

o        Otra forma de reforzar un hábito es la visualización. Imaginarte a ti mismo/a haciéndolo, activa el mismo circuito neuronal que la actividad real. Por eso los atletas olímpicos dedican horas a recrear mentalmente la carrera que harán el día de la competición.