
El temor a la censura no sólo inhibe la asunción de riesgos, sino que también impide el reconocimiento y la detección de ineficiencias en nuestros procesos, por lo mismo es importante poder realizar un trabajo interno de autoconocimiento.
1. Motivación: Se refiere a las tendencias emocionales que guían o facilitan el cumplimiento de las metas establecidas.
· Impulso de logro: esfuerzo por mejorar o alcanzar un estándar de excelencia laboral.
· Iniciativa: disponibilidad para reaccionar ante las oportunidades.
· Optimismo: persistencia en la persecución de los objetivos, a pesar de los obstáculos y retrocesos que puedan presentarse.
2. Destrezas sociales: Implica ser un experto para inducir respuestas deseadas en los otros. Este objetivo depende de las siguientes capacidades emocionales:
· Influencia: idear efectivas tácticas de persuasión.
· Comunicación: saber escuchar abiertamente al resto y elaborar mensajes convincentes.
· Manejo de conflictos: saber negociar y resolver los desacuerdos que se presenten.
· Liderazgo: capacidad de inspirar y guiar a las personas y al grupo en su conjunto.
· Catalizador del cambio: iniciador o administrador de las situaciones nuevas.
·
Constructor
de lazos: alimentar y reforzar las relaciones interpersonales
dentro del grupo. ·
Colaboración
y cooperación: trabajar con otros para alcanzar metas
compartidas. ·
Capacidades
de equipo: ser capaz de crear sinergias para la persecución de
metas colectivas.
Algunas
pautas para mejorar la inteligencia emocional y el autoconocimiento serían: 1.
Detecta
la emoción que hay detrás de tus actos: Casi todos
vivimos desconectados de nuestras emociones. Las experiencias negativas que
sufrimos durante nuestra vida nos enseñan a aislarnos de las emociones para
protegernos. No
puedes eliminar tus emociones, pero debes ser capaz de conectar con ellas y
entender como influyen sobre ti. Cuando algo te haga actuar o sentirte de una
determinada forma, para un segundo, reflexiona sobre la emoción que hay detrás,
y encuentra su origen. Al
principio quizás no sepas por qué actúas así o te sientes como lo haces: no
desesperes. No estás entrenado/a para hacerlo. Pero a medida que vayas
centrándote en tus sentimientos empezarás a encontrar las respuestas. o
Por ejemplo, digamos que estás en el
trabajo y alguna persona que te interrumpe durante una reunión. ¿Qué emociones
surgen en ti cuando eso sucede?, cómo te sientes cuando te felicitan por haber
realizado un buen trabajo? Acostumbrase a nombrar las emociones como tristeza,
vergüenza, alegría, satisfacción y se empezará a elevar tu inteligencia
emocional de inmediato. o
Tienes que acostumbrarte a conectarte
con tus emociones en determinados momentos todos los días. ¿Cuáles son las dos
primeras emociones al despertar? ¿Cuáles son las últimas antes de dormir? 2. Amplía tu vocabulario (emocional): Solo hay
cuatro emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: alegría,
tristeza, enfado y miedo (aunque algunos autores añaden sorpresa y angustia). Cuando intentes
reconocer tus emociones quédate solo/sola con ellas. No basta con decir
"Vale, identifiqué mi emoción y es la tristeza", no. Debes ser lo más
específico/a posible. Los nombres que pongas a tus emociones te ayudarán a
entender cómo te sientes y por qué. No digas "estoy triste" si las
palabras que mejor describirían el tiempo emocional serían decepcionado/a,
compungido/a, melancólico/a o herido/a. Sé concreto/a. Tener un
vocabulario rico con el que describir exactamente tus sentimientos es muy
importante. No dominar el lenguaje limita el conocimiento de lo que estás
experimentando, creando la sensación de que no sabes lo que te pasa. 3. No te dejes engañar por las apariencias emocionales:
Muchas veces las emociones primarias desencadenan otras emociones, y eso nos
lleva al error de creer que lo que realmente estamos sintiendo es la emoción
secundaria. Por ejemplo: Imagina que te sientes traicionado/a porque descubres por una tercera
persona, que alguien que considerabas uno de tus mejores amigos/as no te invitó
a su fiesta de aniversario.
Estás
enfadado/a con tu amigo/a porque te causó mucha tristeza comprobar que tu amistad
no tiene para él/ella el valor que tu esperabas. 4.
Presta
atención a tu cuerpo: En lugar de ignorar las
manifestaciones físicas de tus emociones, comienza a escucharlas. Nuestras
mentes y cuerpos no son entes separados, más bien se afectan entre sí a nivel
muy profundo. Podrás elevar
tu inteligencia emocional aprendiendo a interpretar las señales de tu cuerpo
que te indican que clase de emociones sientes. Por ejemplo: o
La tensión podría sentirse como un nudo
en el estómago, una presión en el pecho o una respiración acelerada. o
La tristeza podría manifestarse
cuando las extremidades se sienten pesadas y lentas al despertarse. o
La alegría o el placer podrían
sentirse como mariposas en el estómago, un pulso más acelerado o una mayor
energía. 5.
Descubre
el mensaje oculta de tu lenguaje corporal: Si te cuesta
identificar tus emociones, puedes prestar atención a tu lenguaje corporal,
seguramente te esté dando muchas pistas de lo que está ocurriendo en tu interior.
Por ejemplo,
hay gente que al comienzo de un enfado se cruza de brazos porque empieza a
sentirse agredido. Si relacionas este tipo de cambios en el lenguaje corporal
con tus emociones serás capaz de detectarlas mucho antes. 6. No
juzgues la manera en que te sientes: Las emociones tienen una
única función: te dan información sobre lo que está ocurriendo. Si pudieras
reprimirlas estarías a ciegas y no sabrías cómo reaccionar. Las emociones
negativas te previenen, así que no luches contra ellas. Debes entenderlas y
obtener toda la información posible para enfrentar al reto de lo que te están
alertando. 7.
Observa
la manera en que tus emociones y tus comportamientos están conectados: ¿Cuándo
son emociones fuertes, como reaccionas? Comprende tus reacciones internas ante
las situaciones que enfrentas cada día en lugar de reaccionar sin reflexionar. Cuanto
más comprendas aquello que incita los impulsos de tu comportamiento, tendrás
una inteligencia emocional más alta y podrás aprovechar lo que sabes para
cambiar tu comportamiento en el futuro. Observa unos cuantos ejemplos de
comportamiento y lo que hay detrás de ellos: o
La vergüenza o la inseguridad podría
provocar que quieras retirarte de una conversación y desconectarte. o
La ira podría provocar que levantes
el tono de voz o te vayas dando pisadas muy fuertes. o
Sentirse angustiado podría hacerte
entrar en pánico, que pierdas el hilo de lo que hacías o te pongas a llorar. 8.
Observa
la presencia de patrones en tu historial emocional: Es otra
manera de aprender lo más que puedas sobre tus propios sentimientos y sobre la
manera en que están conectados con tus experiencias. Cuando sientas una emoción
fuerte, pregúntate cuando fue la última vez que la sentiste. ¿Qué pasó antes,
durante y después? Si observas patrones, podrás ejercer un mayor control sobre tu
comportamiento.
9. Controla
lo que piensas para controlar como te comportas: Muchas personas se escuchan diciendo que en
los momentos emocionales pierden el control y no son dueños de sus actos.
Pero solo tienen razón en parte. Los
sentimientos son el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa
emoción. No puedes evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos
respecto de ello. La próxima
vez que sientas una emoción, presta atención porque significa que en breve te va
a invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo
deseas comportarte. Y si toda falla, existen
algunas otras técnicas de emergencia que pueden ayudar: o
Si estás muy nervioso o ansioso,
refréscate la cara con agua muy fría e intenta que te llegue el aire. Se ha
demostrado que el frío puede reducir la ansiedad. o
Evita las bebidas con cafeína. Los
estudios evidencian que incrementan el tiempo de nerviosismo y niveles de
ansiedad. o
¡Ejercicio! Se ha demostrado que
reduce la ansiedad y mejora la confianza en ti mismo. o
Duerme lo necesario. Cuando duermes
generas endorfinas y reduces los niveles de cortisol, la hormona de la tensión.
Por eso cuando no duermes bien estás más irritable. 10.
Busca
el porqué de los demás: El error que comete casi todo el
mundo cuando observa una reacción en alguien es juzgar únicamente la reacción,
cuando detrás de ella hay muchísimo más oculto a sus ojos. Acostúmbrate a
pensar qué sentimientos puede haber detrás de esa reacción. ¿Qué emociones y
pensamientos puede estar a experimentando esa persona? ¿Si te está insultando,
es posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea
alterándote? Buscando el
porqué de las reacciones conseguirás entender a las personas, de este modo
cuando cojas el hábito de hacerlo te costará enfadarte con la gente, porque
comprenderás entonces que casi todo el mundo tiene motivos para hacer lo que
hace. 11.
Lleva
un diario emocional: Otra forma muy práctica y eficaz para
mejorar tu inteligencia emocional es la de apuntar en un cuaderno tus
sentimientos diarios. Los escáneres
cerebrales demuestran que escribir las emociones en un cuaderno reduce la
actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional. 12.
Expresa
tus emociones de forma asertiva: Ahora que ya sabes identificar
y poner nombre tus emociones, el siguiente paso sería aprender a expresarlas
sin efectos adversos mediante la asertividad. La fórmula
general es "Siento X (emoción) cuando haces Y (conducta) en la situación
Z", teniendo en cuenta lo siguiente: ·
Define concretamente la emoción X
(oprimido/a, asustado/a, eufórico/a.. ·
Expresa tu emoción en primera persona
·
Comunica la conducta Y que llega
provocar esa emoción, no las intenciones (no juzgues) ·
Termina expresando lo que necesitas ·
Evita usar frases que empiecen por
"Tu" y continúen con un juicio o acusación Un ejemplo
sería: "Me siento poco valorado/a porque llevo 5 años sin aumento de
sueldo en esta empresa a pesar de toda mi dedicación". 13.
¡Conviértelo
todo en conductas prácticas!: No tienes que aprenderlo todo a la
vez. Céntrate en una única cosa y que se convierte en algo práctico para saber
exactamente qué hacer y cuando. Imagina por
ejemplo que sientes que no le dedicas toda tu atención a la gente.
Constantemente estás divagando y soñando despierto/a, y tienes un montón de
distracciones en tu móvil. Y eso, en el fondo, te preocupa. Una conducta
emocionalmente inteligente sería convertir tu intento de prestar más atención
en algo práctico. Por ejemplo, apagando el móvil y dejando de lado tus preocupaciones
cada vez que te relacionas con alguien. Ahora en
lugar de hablar de un deseo (prestar más atención) estamos hablando de una
conducta concreta a cambiar. o
Repitiendo la nueva conducta, tu
plasticidad neuronal modificará sus conexiones para crear la vía neuronal del
nuevo hábito hasta que se convierta en algo automático. o
Otra forma de reforzar un hábito es
la visualización. Imaginarte a ti mismo/a haciéndolo, activa el mismo circuito
neuronal que la actividad real. Por eso los atletas olímpicos dedican horas a
recrear mentalmente la carrera que harán el día de la competición.